EVERYTHING IS GOOD
- katerinaapril
- 22 oct 2016
- 4 Min. de lectura

Esta historia que voy a colgar ahora me hizo ganar un Ipad hará ya casi cuatro años más o menos, cuando debía tener unos 13 o 14, la verdad es que no lo recuerdo muy bien. El caso es que participé en un concurso literario y, aunque me dijeron que no había ni una remota posibilidad de quedar entre los mejores, efectivamente así fue. He tenido que traducirlo, ya que estaba escrito en catalán, cosa que ha hecho que pierda un poco su brillo, y me he armado de valor para no tocar ni una sola palabra. Bien, para hacer este relato me dieron una simple frase que debía estar sí o sí, entre mis palabras: "si no hubiera sido por ese viaje", ese era mi único requisito. Además, tuve que ir con mis compañeros a una universidad a hacerlo durante dos horas, así que olvidémonos de un diccionario, días y días para pensarlo, y una mano negra que corrija mi escrito. Supongo que esa fue una manera de poder valorar mejor el talento.
Tal vez ahora que lo releo retocaría millones de cosas. Supongo que con el tiempo uno mejora, y también se vuelve más exigente con su trabajo, pero creo que nunca debemos dejar de enorgullecernos de todo lo que un día hicimos y conseguimos, porque, si no hubiera sido por todo ello, hasta por aquello que fallamos y perdimos, hoy posiblemente no seríamos quiénes somos. Por esa simple razón, me gustaría que mi pequeño relato vea la luz. Le deseo buena suerte.
"¡Ay, mamá! Si supieras cómo han cambiado las cosas... Papá ya no puede estar quieto, ni tan solo unos minutos. Siempre trabajando y trabajando. Y ahora, después de insistir año tras año, lo he convencido para irnos a dar un pequeño viaje y emprender una nueva aventura, como decías tú siempre.
Papá habla por teléfono mientras conduce, aunque sabe que no debería hacerlo. A mí, sinceramente, ya no me importa. Me he cansado de decirle que no lo haga, que descanse un poco, pero él se justifica diciendo que cualquier lugar es idóneo para trabajar. El coche para y supongo que hemos llegado. Escucho como papá abre la puerta y entonces lo imito. Cojo la mochila y el bastón, y salgo. Hace frío y el aroma es extraño. Siento como piso hierba, me guío con el bastón sin saber adónde ir. De repente, papá me coge y me lleva a una casita. ¡Qué olor! Éste es diferente, es… no lo sé, pero te aseguro que te gustaría. ¡Ai, mamá! Si estuvieras aquí…
Bueno, hace semana que estoy encerrada en este búnquer y me ha parecido eterna. Te echo en falta. Estoy segurísima que si estuvieras con nosotros nos habrías animado a dar una vuelta por este lugar y así conocerlo un poco más. Me hubieras obligado a salir y hacer amigos. ¿Quién sabe? Recuerdo que los días contigo eran siempre aventuras. Y si lloraba era de reír tanto. ¿Sabes? Aún recuerdo tus vestidos extravagantes, de colores alegres y aquella extraña manera que tenías de llevar los complementos. Recuerdo tu manera de ver el mundo. Me decías: “¡Todo es bueno!” Y yo sentía que tenía la madre más enrollada del mundo. Siempre tan enigmática… pero siento que desde que marchaste, papá ya no me quiere y yo… Yo ya no puedo disfrutar de lo que era tener una familia. Ahora ya no tengo ganas de explorar lo inexplorable, de descubrir lo que no está descubierto. Y es que todo eso me hacía feliz, pero si no hubiera sido por ese viaje, el último viaje de los tres, nuestras vidas no hubieran cambiado. Ese día que lo cambió todo… Lo recuerdo como si hubiera sido ayer:
“¡Qué sol! Y la arena, ¡qué caliente! Me encanta sentir la arena en mis pies desnudos. Que bien que te quedaba el biquini, con la parte de arribar a rayas y tus gafas de sol… ¡Madre mía! Con ese bronceado y esas pintas parecías mi hermana mayor. Tuve una idea genial, ¿no crees? ¡Oh! Y el agua… Como me gustaba sentir las gotitas frías tocando mi piel y sentirme rodeada de olas gigantes. Allí, estirada con la barriga al aire y sintiendo cada uno de los rayos del sol rozando mi piel. ¡Oh! Y el cielo… Azul, muy azul, tan nítido que parecía infinito y casi blanco.
Ya habíamos comido y era un poco tarde. Papá tuvo que marchar en bus público a hacer no sé que trabajo al hotel y nosotras dos nos quedamos para ver cómo el sol se escondía y dejaba el cielo azul, en diferentes tonos de amarillo y naranja. Cogimos el coche para ir al hotel. Tú corrías mucho y me dabas un poquito de miedo, pero yo estaba tan contenta que no dije nada, solo observaba la luna, redonda y blanquecina, y veía cómo se hacía más brillante.”
Desde ese momento mis recuerdos respecto a esa tarde han desaparecido. Solo aparece en mi mente una luz potente que se acercaba a nosotras intensamente y nos cegaba. La luz invadió todos mis recuerdos de lo que pudo pasar después. Recuerdo abrir los ojos, pero verlo todo negro. Y desde entonces no he vuelto a tener ninguna otra imagen.
Ahora sé que estas en cielo y que me vigilas. Ya no importa qué pasó, ya no importa que pudiera haber pasado. Ahora solo importa lo que quieres que haga. ¿Y sabes qué? Sé perfectamente lo que deseas con todo tu corazón: Que los dos, papá y yo, seamos felices. ¡No te preocupes! ¡Lo seremos! Solo te pido que hables con papá y dile otra vez que todo es bueno.
K.
Comments