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3rd of May

  • katerinaapril
  • 27 dic 2016
  • 2 Min. de lectura


He estado muy ausente, Bachillerato me tiene agobiada y mis proyectos siguen en curso, pero con mucha lentitud. Además estaba esperando el momento para hacer la reseña de varios libros que me he leído, pero al final todo ha quedado en nada. Tengo intención de reanudarlo todo, pero de momento sigo obsesionada con escribir mi novela y eso me deja poco tiempo. Aún así, el otro día necesitaba salir de mi zona de confort y escribí una carta, lo que pasa es que es muy larga así que solo pondré un trozo. Espero que haya una segunda parte de esto.

"Martes, 3 de mayo.

[...] y coman perdices.

No sé en qué momento lo supe, pero después de haber pasado un año desde nosotros, comprendí que su felicidad nunca fue la misma que la mía, él se sepultó bajo la segunda parte de la frase y yo me quedé con “que sean felices”. Aunque, he de ser franca, yo ya sabía su especial amor a las perdices. Lo cautivaban sus cuerpos majestuosos, sus cantos, sus plumas.... Lo tenían absorto, enloquecido de lujuria, entre lo que más deseaba y sin deber el corazón al banco. Y eso, fue antes de conocerme a mí. Ahora pensándolo fríamente, era lógico que cayera atraído hacia ellas, cualquier hombre sucumbiría, porque el simple olor de la aventura levantaba aún más mis sospechas de que nunca me miraría con los mismos ojos con los que las contemplaba sediento. Para él eran una especie de puerta hacia el Olimpo donde la ambrosía no se podía comparar con sus piernas, ni con nada que se le quisiese incorporar, que ni Afrodita podía competir, porque bien sabe la Madre Naturaleza que no hay nada mejor que muchas antes que una sola. Y el juego les funcionaba perfectamente, no habían daños colaterales y el paraíso cobraba un equilibrio irrompible.

Pero como toda buena historia sabe, no hay epifanía que sirva sin un poco de tormenta, que bien dura poco la diversión y aparece el arma nuclear que solo necesitaba una chispa. Y la tierra y el cielo me quisieron elegir a mí entre todos los polluelos del árbol, para ser yo la bomba y él mi chispa. Entonces, me conoció. Y yo no era como esos pájaros, ni tal solo había podido volar adecuadamente, mis alas demasiado débiles no brillaban con tanta intensidad. Pero él me quiso a mí. Aunque antes, debía prepararme a conciencia de ello.

¡Oh si me preparó!"


K.




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